Este es un libro y un cuerpo
que es tan tibio al tacto.
A mi tacto.
Con este libro presioné mis ojos,
mi frente, mis mejillas,
he tenido este libro abierto sobre mi vientre,
me he sentado sonriente sobre este libro
hasta que mi cuerpo sintió nupcias con sus cubiertas.
Me he sentado riendo en este libro hasta humedecer
sus cubiertas con mi cuerpo.
He envuelto mis piernas con este libro.
Me he arrodillado en este libro hasta hacer sangrar mis rodillas.
Este libro y yo nos hemos vuelto indivisibles.
He puesto mis pies en las últimas páginas de este libro,
confiada de estar erguida mucho más alta en el mundo
de lo que alguna vez estuve.
Ojalá conserve este libro para siempre.
Ojalá este libro y este cuerpo sobrevivan a mi amor.
Ojalá este cuerpo y este libro me amen como yo amo su
longitud, su anchura, su espesor, su texto,
su piel, sus letras, su puntuación,
sus páginas silenciosas y ruidosas.
Sus delicias cosquilleantes.
Libro, cuerpo: los amo
él respira delicadamente en su primera página.
Respira más profundamente a medida que pasan las páginas.
Cuando se asegura el ritmo de lectura, las palabras ganan velocidad rugiente y las páginas corren de prisa.
He corrido con estas páginas.
Hacia el final hay un suspiro y el libro se cierra satisfecho.
El lector de buena gana comienza nuevamente.
Cuerpo y libro están abiertos.
Rostro y página.
Cuerpo y página.
Sangre y tinta.
Puntas de dedos, los bordes reforzados,
la superficie del borde de cada página es tan suave.
Las marcas de agua son como venas encendidas.
Las páginas son tan armoniosas en su proporción,
que la disonancia en los contenidos es imposible.
(De la película The Pillow Book, de Peter Greenaway)