Queda poco por contar. En un último intento por lograr algún alivio, se mudó del lugar donde habían vivido juntos tanto tiempo a una habitación solitaria, al otro lado. Desde su solitaria ventana podía ver la correntada bajando de la Isla de los Cisnes. El alivio, esperaba, vendría como una correntada desde lo desconocido. Una.