Cuando a mí me hablan de cuarteto de cuerdas, pienso en esos formatos duros, de partitura estructurada, músicos de conservatorio entrenados para la ejecución repetida y fiel, para la adoración de los próceres, para ser actores de la música, nunca guionistas. Por eso El Club de Tobi, un cuarteto de cuerdas uruguayo, me sorprendió: primero,


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