La ciencia ficción en el cine

Salman Rushdie: Quería preguntarte algo sobre la ciencia ficción. Hasta Star Wars, había dos consideraciones sobre las películas de ciencia ficción/fantasía. Una era que siempre parecían muy, muy baratas.

Terry Gilliam: Sí.

SR: Y se podía ver que los muebles se movían. Cuando cerraban con fuerza la compuerta del cohete, el cohete se sacudía. Y segundo, el lugar común de que nunca tenían éxito comercial. Eran esas películas lamentables clase C o D. Después llegan George Lucas y Terminator y Spielberg y todo eso, y ahora probablemente el sector comercial más grande del cine sea el de las películas de fantasía/ciencia ficción. Ahora, antes que nada me pregunto si tenés alguna consideración sobre ese inmenso cambio, y luego si pudieras llevar la cuestión a 12 Monkeys, que es tu interpretación de ese tipo de películas de ciencia ficción.

TG: Me crié disfrutando de las películas de ciencia ficción. Nunca me gustaron las que era flojas. Pero me encantaban las que estaban técnicamente bien hechas, como War of the Worlds. Y me gustaban las películas de insectos también, las de arañas y hormigas. Así que había algunas películas de calidad y otras de porquería como las de Ed Wood, que tenía inspiración pero absolutamente nada de talento. Era un problema. Cuando apareció 2001, ahí sentí que la ciencia ficción estaba en su mejor momento, porque era inteligente, y parecía estar bien cimentada. No era fantasía, pero era tan salvaje y extrema que era como fantasía, y eso me intrigaba. Después apareció George y tomó todo lo que se hizo antes de 2001 y lo juntó en una sola película y le dio mucho brillo, y ahí fuimos. El mundó cambió. Volvimos a estar como antes. Es que, a diferencia de Star Wars, muchas de las películas anteriores formulaban preguntas.

SR: Bueno, la ciencia ficción siempre es un vehículo para las ideas. Es la forma que permite que tanto los libros como las películas sean una exploración de cómo deberíamos vivir.

TG: Exactamente. En las películas de ciencia ficción, uno se mueve más allá del mundo real para abstraerlo y poder comentarlo. Philip K. Dick siempre fue mi escritor preferido de ciencia ficción, porque hablaba menos de la ciencia ficción que de la condición humana.

SR: Sí, ¿recordás el título original de Blade Runner, que formula una pregunta intelectual?

TG: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Es la diferencia entre 2001 y Close Encounters. 2001 termina con una pregunta. Uno no está seguro de qué es lo que sucede. Hubo una experiencia extraña en aquella habitación, y luego el bebé. Uno como que siente un renacimiento, un nuevo comienzo, pero uno no sabe de qué se trata.
Close Encounters termina con una respuesta. Y es… niños en trajes de látex que salen y caminan así [ondula las manos]. Hay un momento en Close Encounters antes de que los niños en trajes de látex aparezcan con las arrugas en las muñecas. Cuando se abre la puerta por primera vez, sale una luz cegadora y se yergue una figura extraña como una mantis religiosa. Yo ahí cortaría la escena y [ahoga un grito]. Dejaría al público con el grito ahogado. [Vuelve a ahogar un grito]. Entonces tu cerebro tiene que empezar a trabajar y llenar los huecos. Pero ese es el problema con las películas que vemos hoy: te dan todas las respuestas, llenan todos los huecos, no hacen que uno…

SR: Bueno, es lo que pensé yo cuando… ¿viste el Artificial Intelligence de Kubrick-Spielberg?

TG: Dios mío. [Susurra.] ¿Qué fue eso?

SR: [Se ríe.] Hay un momento en esa película, cerca de treinta y cinco minutos antes del final, cuando el niño robot decide que no vale la pena vivir en un mundo así y se va del edificio. Ahora, si la película hubiera terminado ahí, hubiera sido mucho mejor. Mucho mejor. Y uno no puede evitar sentir que si Kubrick en vez de Spielberg hubiera dirigido la película, tal hubiera sido el final de Kubrick. Pero luego sigue media hora de porquería a lo Spielberg para que uno se sienta bien. Hadas azules.

TG: La verdad es que las películas que tienen éxito no formulan preguntas, no te hacen pensar, no te piden que consideres nada. Creo que lo que la gente en Hollywood piensa cuando piensa en el gran público estadounidense es un cartel que diga “No molestar”. Entreténganlos. Atibórrenlos de bazofia. Hollywood se da cuenta de que la comida para bebés es más fácil de masticar que esos gruesos bifes de carne y ganan muchísimo más dinero. Parece que funciona. Eso es lo que me deprime.

SR: Hay mucho material de este tipo de fantasía que trata de la guerra. Se trata de desencadenar grandes maquinarias en contra de otras tantas grandes maquinarias. No se trata de la gente, no se trata de la paz. Y una de las cosas que pensé acerca de E.T., por ejemplo (que es interesante, y que está en relación con una película de ciencia ficción maravillosa, The Man Who Fell to Earth) es que el extraterrestre es vulnerable. En vez de tener un extraterrestre al cual tenerle miedo, es el extraterrestre el que nos tiene miedo a nosotros, y se lo puede lastimar muy fácilmente. Creo que eso es lo que hace a E.T. diferente de alguna forma.

TG: Es cierto.

SR: E hizo que The Man Who Fell to Earth fuera muy diferente.

TG: Mi problema con E.T., y creo que podría haber sido una película mejor, son esos ojos grandes del estilo de Walter Keane, porque uno inmediatamente ama a la criaturita. Hay un momento en la película cuando están diseccionando ranas y hacen un primer plano de las ranas con esos ojos verticales como de extraterrestre. Si E.T. hubiera tenido esos ojos, hubiera sido una cosa grotesca y fea, y el chico hubiera tenido que aprender a amar a una cosa grotesca y fea. Es fácil amar a E.T. Debería haber sido difícil amar a E.T.