Rembrandt fecit 1669 (Jos Stelling)

No hace mucho escribí la reseña de Nightwatching, la película de Greenaway sobre Rembrandt; luego encontré “Rembrandt fecit 1669”, treinta años anterior, dirigida por el holandés Jos Stelling, el de la genial De vliegende Hollander. La película tiene el mismo tema: las tres mujeres de Rembrandt, su declinar, los años de la derrota, de modo que es imposible no compararlas. Hay algo en común entre las dos, fuera del retrato del pintor: en ambas lo visual es primordial sobre lo que sucede, la imagen es extraordinaria y la trama sufre negligencias o imposibilidades. Si las medimos como un todo, la película de Greenaway parece amanerada, intelectual, forzada, anacrónica; en “Rembrandt fecit” nos parece ver un reflejo fiel de la época, crudo, lleno de silencios, miradas, sobreentendidos. “Nightwatching”, en cambio, está hablada por demás, tiene páginas y páginas de diálogos y monólogos, explicaciones y sobreexplicaciones. Del otro lado, Frans Stelling, el hermano del director, compone un Rembrandt que apenas articula palabra; el de Martin Freeman es locuaz en un inglés moderno y lleno de improperios y modismos, a diferencia del holandés nativo de los actores de Stelling, harto más verosímil. En ambas películas naufraga la historia: Rembrandt, del que tanto parecemos saber, cuya vida estuvo moteada de autorretratos, mujeres y tragedia, no parece ofrecer nada que se sostenga por mucho tiempo. Las teorías conspirativas de Greenaway (que luego amplió en “Rembrandt’s J’accuse” un año después) no logran persuadir ni completar este vacío, ni tampoco el drama emocional de Rembrandt con su familia en la película de Stelling. Queda, entonces, lo visual: cuando para Greenaway escribí que “uno respira Rembrandt durante la extensión completa del largometraje”, y también que el director había pintado “unos cuantos rembrandts nuevos”, para Stelling puedo sin dudas decir que la película entera es una pintura de Rembrandt en movimiento. Greenaway seguramente trabajó con una tecnología sofisticada para su película, y sin embargo basta un sentido de la fotografía envidiable para que el film de Stelling sea mucho más convincente. Pueden compararse estas capturas que dejo aquí con las que adjunté en la reseña anterior.