Costas extrañas (J. M. Coetzee)

Costas extrañas (J. M. Coetzee)

Se trata de un primer volumen que recopila textos de crítica literaria del escritor sudafricano, entre 1986 y 1999, donde se encarga por igual de escritores consagrados y desconocidos (especialmente desconocidos en nuestra lengua). En líneas generales, su enfoque tiene tres planos: uno descriptivo, uno concerniente a ciertos aspectos de la traducción, y uno crítico.
El descriptivo se ocupa de referir la vida, en parte o completa, de un escritor, o bien la trama de un libro. En ninguno de los dos casos esto está en función de la crítica en sí misma: los puntos que Coetzee elige para hablar requieren la lectura (sino la relectura) del libro y haber frecuentado al escritor. La redacción de la historia, en ocasiones por varias páginas, no alcanza para suplir este conocimiento, suele exceder en mucho los fragmentos que separa para analizar, y a veces es incluso irrelevante. Volver a contar un libro puede ser una idea estimulante cuando quien escribe es un gran narrador: prefiero a Borges contando el Wakefield que a Hawthorne mismo; sin embargo, este no es el caso de Coetzee, quien se las arregla para insuflar aires gélidos a todo lo que toca.
El plano de la traducción parece siempre interesante para Coetzee. Queda la sensación general de que Coetzee lee el libro traducido, y luego toma el original y una lupa para convertirse en el policía de los pequeños fallos del traductor. Busca palabras sueltas, expresiones ínfimas, en español, en alemán, en holandés, que hubiera sido mejor para Coetzee verter al inglés con otras, pero que parecen más bien detalles, no fracasos generalizados del traductor. Esta sección aparece siempre que Coetzee puede agregarla, aunque el texto hable de otra cosa. El análisis que hace de cierta traducción de Borges quizás es el caso más jugado: discute la forma en que Borges eligió reescribir sus textos en inglés, pretende defender la obra escrita por Borges de un traductor homónimo.
El plano de la crítica, finalmente, es el que debería ser el corazón de un libro de crítica literaria, pero es, sorpresivamente, el más pobre. La crítica de Coetzee se parece a las dos secciones anteriores: es detallada, obsesiva, insignificante. No ofrece relecturas radicales de casi ninguna de las obras analizadas, no dice sino lo que ya ha sido dicho antes. Coetzee es metódico, fino, habla todo el tiempo en voz baja, sin rasgos emocionales salientes: nada le gusta en exceso, no se enoja con nadie, denosta o rescata cosas pequeñas que quizás no interesen a mucha gente. Una excepción es la crítica que hace de El último suspiro del Moro, mayormente adversa.
Rian Malan, otro sudafricano, dijo que Coetzee es

…un hombre de una autodisciplina y dedicación casi monacal. No bebe, no fuma, no come carne. Viaja grandes distancias en bicicleta para mantenerse en forma y pasa al menos una hora escribiendo en su escritorio cada mañana, siete días por semana. Un colega que trabajó con él por más de una década dice haberlo visto reír sólo una vez. Un conocido fue a varias cenas sociales donde Coetzee no ha articulado una sola palabra.

Creo que esta descripción se parece de alguna manera al libro. No se puede estar en desacuerdo casi en ninguna parte del volumen; tampoco puede decirse que uno ha sido provocado al leerlo. Hay un especial cuidado en el equilibrio cuando presenta una postura sobre un libro o un escritor, y creo que esto atenta contra la idea misma de la crítica. El nivel de detalle que muestra con sus observaciones microscópicas y precisas muestra a la vez lo mucho que ha ahondado en la obra y lo pequeño de las cosas que ha sacado a la luz.
“Costas extrañas” no deja de ser, con todo, interesante, especialmente como un primer acercamiento a escritores que no son tan visibles. Es un error esperar jugo de los grandes nombres: Dostoievski, Kafka, Borges y otros, especialmente si ya se tiene alguna lectura crítica sobre estos escritores. La prosa es cuidada y agradable, las ideas fluyen con claridad y sin obstáculo. Si aparece en algún momento a mi alcance la segunda parte (“Inner Workings”), que toca al período entre el 2000 y el 2005, seguramente voy a volver al Coetzee crítico.