“Saudades de Rock” (Extreme)

Saudades de RockTrece años esperamos este disco, esta reunión, y matizamos la espera con diversos discos de los miembros, que albergaron más o menos aciertos, pero que siempre fueron menores a los registros del grupo. Los cuatro discos anteriores de Extreme siempre fueron in crescendo: de una copia preciosista de Van Halen a una lengua propia, sofisticada, ecléctica: cada disco propuso una apuesta nueva, cada disco mejoró el anterior. Cada hito reflejó la época: el glam en Pornograffitti; la exacerbación barroca de los recursos del rock en Three Sides; la crudeza impuesta por el grunge en Punchline. Por la cifra de los años que han pasado desde entonces, por la edad de sus miembros, por la energía provocada en la reunión, por los antecedentes de esos días de gloria, por la calidad intrínseca de unos músicos que fueron extraordinarios, por todas estas cosas se esperaba un registro de proporciones prácticamente épicas. El resultado, en cambio, es un disco que bien pudo haber sido editado inmediatamente después de Waiting for the Punchline sin sorprender a nadie (y de ser así aún hubiera generado una decepción, aunque menor a la que la expectativa actual impuso). Pero fue editado ahora, los años han pasado en la realidad, y esta anacronía está puesta de manifiesto en varios aspectos: en la producción insuficiente, en las remisiones musicales, aún en la elección de los temas: la edición incluye un single menor de 1985; hay un tema (“Interface”) que ya conocíamos por Dramagods; otro (“Confortably Dumb”) es un descarte de Waiting for the Punchline.
Se podría decir que la ausencia de innovación podría haberse previsto viendo la evolución de Nuno, pero uno hubiera querido que el probatorio Gary hubiera inclinado mejor la balanza. El primer corte (“Star”) se reconoce casi inmediatamente como Tie your mother down con otra letra; King of the Ladies parece Frank Zappa cantando “Queen of New Orleans”; Run repite el Fame de Bowie. La magra cosecha es algunos riffs y bases de funk, algún buen momento de Gary, en fin, lo que uno ya tenía de antes, digamos, pero en modelo a escala. Tenemos “saudades” de los buenos y espesos de coros de Pat y Nuno y Gary, “saudades” de las armonías jugadas, los ritmos sincopados; los que escuchábamos Extreme a principios de los noventa hemos crecido trece años más, y demandamos esa correspondencia en nuestros artistas. Nuno, como su “prima” Ingrid, parece haber estado en la selva secuestrado todo ese tiempo, sin escuchar nueva música y repitiendo letanías; el gran disco que Portishead deparó luego de once años de espera es el anverso de éste.

Diviértete con poesía con rimas