Caché

Hace casi diez años atrás, Lost Highway proponía una pareja que recibía secuencialmente misteriosos videotapes donde se veía la casa donde vivían filmada, cada vez desde más cerca, hasta que la filmación incluye a él asesinándola. Caché comienza de manera similar a la película de Lynch: videotapes con filmaciones de la casa de la pareja protagonista (Daniel Auteuil, Juliette Binoche), una atmósfera de vigilancia o acecho, la opresión de la incertidumbre. La película, a diferencia de la onírica Lost Highway, y contra las declaraciones de su director (el austriaco Michael Haneke), desarrolla una historia que incluye la conciencia, el racismo, la burguesía, los secretos, en fin, el entorno social de hoy día. Esta historia se cuenta a través del microcosmos del matrimonio, su hijo y la infancia del hombre. El final, aparentemente irresuelto, deja a la audiencia (al menos la que estuvo conmigo esa “promiscua experiencia de compartir los mismos sentimientos”, como la definió Greenaway) insatisfecha y muda. Haneke, con fama de difícil, logra una película accesible por momentos, lenta en otros, sutil y personal. Hay momentos de intensidad notable; otros en los que uno querría adelantar la cinta, como hacen los protagonistas.

Postdata del 22 de Mayo: imageHe conversado con un amigo una posible resolución de lo no explicado de Caché (leer sólo si se vio la película). El hostigador de los videos es, naturalmente, el hijo de Majid (el único sospechoso), posiblemente en connivencia con Pierrot, el hijo. La segunda aserción es la más difícil de justificar, pero he aquí un puñado de hechos de la película: el niño nunca está presente cuando se reciben los videos; el final sugiere un encuentro entre los dos; Laurent (el personaje de Auteuil) primero sospecha de Pierrot; Pierrot se enoja con su madre porque alguien observó a los “amantes” conversar en el restaurant y se lo contó; Pierrot desaparece una noche. Reconstruyo así los hechos: el hijo de Majid decide vengar al padre. imageFilma la casa, envía los videos, envía la figura del hombre sangrando por la boca. La esposa de Laurent, abrumada por la presión y el secretismo del marido, busca consuelo con un amigo; el hijo de Majid probablemente filma el encuentro y lo usa para hablar con Pierrot, para convencerlo de la hipocresía de sus padres. La secuencia final seguramente muestra este primer encuentro, tal vez con el plan de enviarlo más adelante para seguir presionando a Laurent. Pierrot se ausenta un día, y podemos pensar que está con el hijo de Majid; Majid, quien no sabe nada de todo esto, revive como víctima junto a su victimario Laurent el pasado. Majid se suicida (toma la forma del hombre que sangra por la boca); queda saber si el hijo planea continuar el calvario, en el caso que la última escena voyeurista sea última también en la cronología de los hechos, o bien ya piensa que es suficiente, al saberse culpable en parte de la muerte del padre. En el plano simbólico, la generación nueva repudia la generación anterior por su negación hacia el pasado (siendo el pasado en este caso la represión a los argelinos en los ’60s); verificar la completa negación de la madre de Laurent, quien simula que ni siquiera recuerda el episodio de Majid, o aún su nombre. También se simboliza la idea de la mirada (nunca estamos seguros si algunas escenas son videos filmados), la idea de que un crimen es menor porque nadie lo mira o nadie lo recuerda. Finalmente, si aceptamos la participación de Pierrot, hay una sensación general de parricidio, en el ataque de Pierrot a su padre, en el asesinato involuntario de Majid por parte de su hijo.