Which one’s Pink?

Pink Floyd, en su formación original, ha regresado sólo por Live 8. Roger Waters y David Gilmour han dejado de lado sus diferencias por unirse a la cruzada de Bob Geldof. Quien haya visto con cierta atención al grupo tocando los cuatro temas previstos (Breathe, Money, Wish You Were Here, Comfortably Numb) quizás tenga otra opinión. Un poco de historia, primero: hace veintiún años, Pink Floyd se separaba luego del disco “The Final Cut”, subtitulado “un réquiem para el sueño de la postguerra, por Roger Waters, ejecutado por Pink Floyd”. Después hubo un juicio, en el que Waters pidió el derecho exclusivo del nombre, y se lo negaron, dejándole a cambio tocar los temas de la banda, y los derechos por “The Wall” y “The Final Cut”, obras casi exclusivas de él. Waters sonrientePink Floyd siguió sin Waters, con gran éxito comercial, y Waters continuó su irregular obra solista; el odio pudo más entre ellos, y nunca volvieron a hablarse. Hasta ahora. El hacedor del milagro es Bob Geldof, amigo en común, actor en la película “The Wall”, músico y, sobre todo, activista de causas humanitarias. Waters, el más hostil en la diatriba, contestó a la invitación de Geldof diciendo que le pareció “una buena oportunidad para que la reconciliación nos dé una pequeña victoria sobre el rencor. La vida es demasiado corta de otra manera”. Ya en el escenario, todo el mundo pudo ver la alegría y la pasión de un consecuente Waters; el resentimiento y la amargura indisimulables de Gilmour. Es una pena que el guitarrista haya sido incapaz de comportarse (o simularlo) durante los veinte minutos que duraba la actuación, aunque más no sea para la causa de Bob

 

Geldof. Where are you going, Dave?Mientras que Waters hacía explícito en el micrófono que “me emociona estar tocando aquí arriba con estos tres tipos después de tantos años”, Gilmour se limitó a agredecer concisamente, sin mirar al bajista en ninguna ocasión. En el “grand finale”, Gilmour emitió un lacónico “thank you very much, good night”, ya yéndose, y Waters lo retuvo en el último momento, con un ademán de “vení para acá… un abrazo para la gente, che…” (escrito en argentino básico). Ignoro cuál es la situación actual entre ellos (Gilmour había dicho que ensayar de nuevo juntos era como tener sexo con la ex-mujer, lo cuál no sé si es positivo o negativo), pero sea cual fuere, la reunión fue claramanente con intenciones de caridad, y dejar traslucir, una vez más, las posturas irreconciliables que tienen fue un gesto de mal gusto de parte de David Gilmour. Las palmas, nuevamente, para Roger Waters.