Los pasos de Ariel Ramírez y del Cuchi Leguizamón se intersectaron en la persona de Witold Gombrowicz, y el nexo fue un par de zapatos grandes que uno le regaló al polaco primero y que el otro supo reconocer tiempo después. Luego siguieron caminando, y ahora se están volviendo a encontrar, sin saberlo, en ese.


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